Jon tiene un don, por donde pasa, saca lo mejor de la gente. Jon es muy simpático y juega con todos, grandes y pequeños.
Cuando pasa por mi lado siempre me saluda con una gran sonrisa y yo juego con él porque me gusta, ya no imagino salir al parque y no encontrarme a Jon con su paleta y su cubito de plástico rojo para jugar con la arena.
Un día llegó Lucas a vivir al pueblo y se encontró con Jon, los dos se hicieron muy amigos, salían cada tarde a jugar al parque con sus abuelos.
Fueron creciendo vecinos, amigos y compañeros de clase, que eso une mucho. Jugaban y estudiaban muchas veces juntos, reían y también se enfadaban como todos los buenos amigos. Un día que estaban comiendo pipas en la plaza del pueblo se les acercó otro chico. Tenía el pelo muy rizado y la piel oscura, pero hablaba perfectamente el castellano. Jon le alargó el paquete de pipas para que Luis, que así se llamaba el chico nuevo, se sirviera las que quisiera.
Luis les contó que sus padres eran médicos y solían venir a España para seguir estudiando. Trabajaban en África, en sitios donde no habían tantos recursos para atender a la gente como en España, y, curaban enfermedades que aquí ya ni existían. Luis se había criado hablando bantú y español, tenía muchos amigos porque era una buena persona.
Jon y Lucas estaban contentos de tener otro amigo, además aprendían muchísimo con las cosas que Luis les contaba. Decidieron colaborar con alguna ONG que participara en el programa de los padres de Luis y ayudar todo lo que pudieran.
Continuará…