Ahora los intrusos
hierbajos
inundan las macetas del
patio,
y trepan por las paredes
el veneno de la hiedra,
la humedad,
poniendo su empeño en
borrar
los encalados recuerdos
de un ayer morado, sangre
y sol.
Apoderándose de todo el
trabajo,
asfixiando la flor,
ignorando su esencia
volviéndola gris,
quitándole la tierra
y las ganas de vivir.
El blanco pasa de moda
y el rojo pasa de largo.